
El patio es en toda edificación doméstica hispano-musulmana el elemento más importante: el centro de la vida familiar, en torno al cual se distribuyen las diferentes estancias. No es fácil distinguir el nivel económico de una familia por el exterior de la casa, ni siquiera en un palacio, lo que no ocurre con el patio.

Los palacios no son sino casas a una escala mayor y con decoraciones más destacadas, pero con su misma estructura y funciones.

El Patio de Comares o de los Arrayanes toma su nombre de los grandes macizos de esta planta, también llamada mirto, que bordean la alberca en sus lados mayores.

Originalmente estos espacios ajardinados eran mucho más bajos y probablemente con mayor variedad de árboles enanos, para que sus copas no sobresalieran en exceso.

La alberca juega un papel importantísimo en la definición arquitectónica y estética del lugar pues, con su lámina de agua, que actúa como un espejo, refleja las estructuras dándoles una proyección geométrica que rompe la excesiva horizontalidad del espacio.

El patio siempre estuvo pavimentado con grandes losas de mármol blanco, aunque a finales del siglo XVI consta que se amplió su solería por lo que originalmente pudo estar reducida a unos andenes.
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