“Presidiendo la plaza del Mercado Grande, se proyecta a semejanza de la basílica de San Vicente. En su atrio los monarcas juraron respetar los fueros de Castilla, lo que denota la importancia de esta iglesia en el período de mayor relevancia política de la ciudad.
Tiene planta de cruz latina, con nave central de mayores dimensiones que las laterales. Iniciada en el segundo cuarto del S.XII y concluida ya en el S.XIII, tras un periodo en el que las obras estuvieron paralizadas, en la arquitectura y en la decoración se observa una interesante evolución, fruto de esta dilatada construcción.
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La fachada principal se articula en dos cuerpos: el superior, dominado por un gran rosetón, y el inferior, que alberga una portada en la que el vano de entrada es magnificado por seis arquivoltas sin decoración”.